martes, 27 de abril de 2010

Haruki Murakami

Todos hemos visto en alguna película cómo un experto hipnotizador deja hechizada a alguna víctima. Bien, os dejaré unos segundos para poneros en el lugar del hipnotizado. ¿Qué sentís? Algo así como estar en una nube, ¿no es cierto? Pues esta es la sensación que crea el escritor nipón Haruki Murakami.

Sus obras, con argumentos extraños y distintos cada vez, tienen la extraña facultad de ser tremendamente tranquilas a la vez que narran las historias más apasionantes tanto por la acción como por el increíble componente psicológico que reina en sus obras. Leer alguna de sus novelas es toda una experiencia religiosa, en la que Muramaki nos envuelve en una atmósfera difusa y llena de contradicciones y dilemas. Un componente original en todas sus historias es la presencia constante de diversas canciones de jazz o rock.

Hasta la fecha sólo he leído tres de sus obras. “After Dark” fue la primera que leí. Inmediatamente después de terminarla quedé prendada de su estilo y sus historias, así que busqué alguna más. Después leí “Tokio Blues” (un impresionante drama psicológico con el que se haría famoso) y su obra maestra: “El fin del mundo y un despiadado País de las Maravillas”. Ésta última se desarrolla en dos lugares: El Fin del Mundo, una ciudad extraña regida por unas bestias; y el Despiadado País de las Maravillas, que es un Tokio algo futurista en el que reinan dos fuerzas contrarias: el Sistema y la Factoría. Hay, claro, dos protagonistas, uno para cada mundo: en El Fin del Mundo es un recién llegado a quien le es encomendada la tarea de leer los “viejos sueños” y en Tokio es un informático que es contratado por un científico un tanto especial.

Después de toda esta charla sobre este autor japonés, sólo me queda hacer la recomendación de rigor: “leed algún libro de Haruki Murakami”. Tan malo no será cuando parece que junto a su nombre empiezan a aparecer las palabras “posible Premio Nobel”.